Precio cero: cuando crees que la electricidad es gratis, pero el sistema te dice que no…

 

Torre eléctrica vista desde abajo

 

Podemos recordar cómo hace un par de años empezamos a ver titulares celebrando la electricidad a 0€/MWh o incluso llegando a precios negativos. Aparentemente, la entrada de energías renovables empezaba a afectar las reglas del juego y esto daba una especie de respiro a la situación que estábamos viviendo a nivel geopolítico desde el inicio de la guerra en Ucrania.

Analizando cómo ha ido la tendencia de los precios del mercado y del sistema, tenemos lo siguiente:

·2023: se registraron precios de mercado (OMIE) por debajo de 5€/MWh en torno a un 6% de las horas anuales y por debajo de 0 €/MWh en torno a un 1%.

·2024: se registraron precios de OMIE por debajo de 5€/MWh en torno a un 19% de las horas anuales y por debajo de 0 €/MWh en torno a un 9%.

·2025: llevamos registrados precios de OMIE por debajo de 5€/MWh en torno a un 22% de las horas anuales y por debajo de 0 €/MWh en torno a un 13%.

Como se puede observar, la tendencia a tener precios baratos y además negativos va en aumento, pero ¿qué pasa con los costes del sistema (REE) que también pagamos?

·2023: la media de precios del sistema (REE) anduvo en torno a 10-11€/MWh.

·2024: la media de precios de REE anduvo en torno a 12-13€/MWh.

·2025: la media de precios de REE que llevamos se encuentra en torno a 17-18€/MWh.

"La tendencia es que el coste real de la energía se va desplomando, pero los costes estructurales no desaparecen, de hecho, van en aumento, haciendo que el reparto de lo que pagas por la energía se vuelva más opaco"
Fernando del Moral, departamento de Operaciones de Enerjoin
Fernando del Moral
Departamento de Operaciones de Enerjoin

 

Aquí también vemos que la entrada de renovables aparentemente perjudica al sistema, ya que lo que le cueste el que todos tengamos la “luz prendida” es directamente proporcional a lo que luego nos repercute a todos.

Dados los números, ahora queda analizar cómo se está llevando la transición, porque se están empezando a vislumbrar problemas o amenazas que pueden implicar que lo que llevamos considerando desde hace años como “las reglas del juego” tenga una fecha de caducidad.

Cuando hablamos de problemas, nos referimos a algunos como estos, entre otros:

  • Inversiones paralizadas por la falta de incentivo económico
  • Rentabilidades desplomadas que comprometen la viabilidad de los proyectos realizados
  • Señales de mercado rotas

Antiguamente, la proporción de lo que pagabas en mercado por el lado de OMIE y REE era mucho más controlable. Si veías que te subía el gas, ya sabías más o menos la repercusión en el precio de la electricidad. Ahora, la tendencia que llevamos es que el coste real de la energía se va desplomando, pero los costes estructurales no desaparecen, de hecho, van en aumento, haciendo que el reparto de lo que pagas por la energía se vuelva más opaco. 

Evolución de los precios del mercado eléctrico desde 2023 a 2025

A esto se suma que cada vez tenemos más horas en las que la energía que se genera es más de lo que el sistema puede absorber según qué momentos, estando localizada en lugares donde el recurso energético es mayor, no donde estratégicamente es más efectiva de cara a que llegue al consumidor final. Hasta el momento era un “no pasa nada”, pero cuando nos quedamos sin luz ya fue tarde, todos como locos a por agua y comida para varios días sin saber cuánto iba a durar la historia…

Ante esto, ahora se dice que el almacenamiento es la solución, pero más que una solución es un parche que simplemente retrasará una consecuencia de no atajar algo que se ha vuelto estructural. Se habla de amortizar una batería que almacene energía basándote en el arbitraje que puedes sacar de las horas baratas vs las caras, pero no es tan simple…  Es una tecnología a la que todavía le falta madurar, con un coste de inversión muy elevado y una vida útil relativamente corta. A esto se le suma la falta de regulación al respecto y también la particularidad del modelo de trabajo de carga y descarga, que no vale para todas las empresas. 

Como conclusión al respecto, el mercado nos está dando señales de alerta, se quieran ver o no. Hasta ahora se ha hablado de que todos debemos participar en una transición energética muy bonita en el papel, pero ahora se tiene que bajar a la realidad aplicando cambios que permitan que el sistema se adapte. De lo contrario, esta transición corre el riesgo de morir de éxito arrastrándonos a todos en el proceso.

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