¿Flexibilidad energética o estafa regulatoria?

Molinos eólicos

Durante décadas, el sistema eléctrico español ofrecía algo incuestionable: firmeza. Es decir, una garantía de suministro 24/7.

Ese suministro estaba disponible en todo momento para cualquier consumidor, industrial o doméstico, sin que nadie tuviera que preocuparse por adaptar su consumo a la generación. La firmeza no era una opción, era un derecho incluido en el recibo de la luz.

Pero con la transición energética ha llegado un nuevo concepto: la “flexibilidad del consumidor”. Y es que nos dicen que los consumidores —especialmente los industriales— deben adaptar su consumo a la disponibilidad de generación renovable, y no al revés. Es decir, el sistema ya no puede garantizar firmeza 24/7, así que ahora somos nosotros los que debemos adaptarnos. ¿No parece esto un giro de guion demasiado radical?

Lo más paradójico es que gran parte de la generación renovable y del autoconsumo que ha provocado esta necesidad de “flexibilidad” ha sido financiada, directa o indirectamente, por los propios consumidores.

"Hemos financiado colectivamente un sistema que, paradójicamente, ya no nos protege con la misma garantía de suministro"
Carlos Martín, cofundador de Enerjoin
Carlos Martín
Cofundador de Enerjoin

En 2024, se han abonado 4.490 millones de euros a instalaciones del régimen RECORE para garantizar su retribución, incluso si no operaban por bajos precios de mercado. Esto sin sumar el incalculable gasto en RECORE que hemos asumido y seguimos asumiendo cada año a través de los Cargos del Recibo.

A eso hay que sumar más de 1.300 millones de euros en subvenciones directas al autoconsumo entre 2021 y 2024, provenientes de fondos públicos —es decir, también de nosotros—.

Y podríamos sumar innumerables ayudas dadas al sector de producción energética y financiadas directamente por el bolsillo de los consumidores.

Hemos financiado colectivamente un sistema que, paradójicamente, ya no nos protege con la misma garantía de suministro.

Nos dicen que el cambio es por el bien del planeta y que este nuevo mix iba a permitir tener el recibo más competitivo de Europea, pero el recibo de la luz no ha bajado, y los consumidores intensivos españoles siguen siendo menos competitivos que sus homólogos en Francia, Portugal o Alemania.

¿Dónde están entonces los beneficios prometidos? ¿Tanta financiación, tanto impuesto, para nada?

Sistema eléctrico español: tradicional vs post transición energética

Esto no es un debate técnico. Es una cuestión estratégica. España no atraerá centros de datos ni industrias electrointensivas sin un sistema energético firme, asequible y confiable.

La incertidumbre sobre la disponibilidad de energía en ciertas horas es una barrera directa para la inversión y el desarrollo industrial y el spread de precios que tenemos intradía, intrasemana, intrames e intraaño, en función de la producción renovable, tampoco ayuda.

No estamos en contra de la transición energética. Pero no puede construirse sobre una ficción: la de que el consumidor debe adaptarse a un sistema que él mismo ha financiado y que ya no le ofrece las garantías que tenía antes.

Es hora de repensar el modelo, con una visión que priorice la competitividad, la equidad y la seguridad.

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